martes, 14 de abril de 2009

Rey desnudo


Cuando no abundan las mentes preclaras, el vulgo se deja deslumbrar por los farsantes. Este es el caso de Eduardo Punset, cuyo programa Redes y sus libros parecen cautivar a un cierto sector medianamente leído. En unos tiempos en que es difícil ver buenos argumentos en alguna parte, y en que todos somos sabedores de mucho e ignorantes de todo, Punset ha hallado astutamente su nicho de oro explotando la incultura científica de la mayoría. Aquél que diga que el rey está desnudo corre el riesgo de que los demás lo acusen de no saber de qué habla.
La cuestión es qué autoridad tiene este hombre para vender libros sobre temas tan manidos como el sexo y la felicidad (mezclando como un gazpacho las complejidades de la reproducción de las bacterias, los difusos avances en neurociencias, con el huidizo concepto del alma, ni San Agustín era capaz). Para empezar, Eduardo Punset no tiene título alguno en ciencias: es abogado y economista, pero no es bioquímico, por ejemplo. Y tiene una curiosa trayectoria política en grupos regionalistas y nacionales que se tradujo en un sonoro fracaso.
Como este tipo tiene el don de caer bien, se ha hecho un hueco en la televisión (esa máquina de fabricar cultura, ya se sabe) con un programa de entrevistas que directamente entra en la lista de los mejores remedios naturales contra el insomnio. Los entrevistados, normalmente, son de una calidad envidiable (aunque no siempre), pero el acento parsimonioso y pedante de Punset, y sus preguntas, la mayor parte halagos o perogrulladas, matan a cualquiera que tenga algo de inquietud. Este tipo, de divulgador, no tiene nada. No es Carl Sagan, no es Richard Attemborough. No tiene una gran idea de lo que dice.
Al menos el Sanchez Dragó, cuando nos dormía con los escritores, lo hacía con conocimiento de causa, siendo él mismo hombre de letras. El Punset, catalán donde los haya, sospecho que le debe unos cuantos favores a mucha gente. Sólo así se explica que hoy mismo se le viera sentado al lado de Miguel Sebastián en un acto conjunto con Gallardón. ¿Empiezan a ver el hilo? Pero lo que es inconcebible, lo que es penoso, es que venda tantos libros. No hablo desde la envidia, vicio español por excelencia. Stephen King y J.K. Rowling se han hecho millonarios vendiendo fantasías. Lo mínimo exigible a Eduardo Punset es que admita que no sabe nada de la felicidad ni de la conciencia, y que está vendiendo libros de autoayuda disfrazados.
No olvidaré cuando, por razones laborales, coincidí en el mismo restaurante que él, y no muy lejos de su mesa, hablando con una jovencita de buen ver que le escuchaba con una expresión de hastío soñoliento. Poderoso caballero es don dinero, que dijo el maestro. Pero por favor, deja ya de estafar al personal, y de aburrirnos. Aunque en esto, como en tantas cosas, la culpa no es del listo, sino de los que siguen al flautista en su camino al despeñadero.

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