martes, 23 de diciembre de 2008

Kipling y su perro


Yo quisiera que alguien le hubiera dado a Jesús un perro
tan fiel y cariñoso como el mío,
que hubiera dormido junto a Él en el pesebre,
que lo hubiera mirado con amor,
y lo hubiera adorado por ser Divino.

Al crecer Nuestro Señor, lo hubiera seguido
a través de los días y los años,
mientras predicaba a las muchedumbres,
resucitaba a los muertos,
o se arrodillaba en el Huerto de los Olivos para rezar.
Es muy triste saber que Jesús se enfrentó solo a la muerte
sin el amor de un perro que le acompañara
para confortar su corazón.

Y cuando Jesús resucitó la mañana de Pascua
¡que feliz habría sido al ver a su perro
y como éste lamería Sus manos
lleno de alegría por volver a verle!.
Pero, ahora Jesús, ya tiene un perro.
Hace poco que le he enviado al mío
mi viejo compañero, tan querido por mí.

Día tras día, durante mucho tiempo
adonde quiera que fui, cuatro patas decían:
¡Espérame, que voy contigo...!
Y era feliz, corriendo tras mis pasos.
Ahora sonrío a través de mis lagrimas,
en este primer día en que me falta su compañía
sabiendo que acompaña a Jesús en la Eternidad.

"Un perro para Jesús", de Rudyard Kipling.

Feliz Navidad.

1 comentario:

  1. Ya llega la Navidad. En estos días de incertidumbre económica y moral, en que tenemos que replantearnos tantas cosas, no estaría de más que recuperáramos el significado original de la Navidad. En lugar de comprar como locos cosas que no necesitamos a nuestros semejantes y a nosotros mismos, la Navidad debería recordarnos que los verdaderos regalos que podemos dar a nuestros seres queridos son nuestro amor, nuestra paciencia y nuestra confianza. Y ya de paso, aprovechemos estas fiestas para ser solidarios con las personas que sufren, y olvidarnos de nuestro egoísmo, que es una forma particularmente perversa de la soledad.

    Parece un sermón dominical. Todo esto viene a cuento por dos motivos. Lector que asomas casualmente por mi ventana, has de saber que yo soy muy navideño y por tanto durante estos días voy a actualizar poco o nada. Y también porque dejo, a modo conmemorativo, una joya que hará las delicias de todas las personas a las que les gustan los perros y que ven con el corazón. Es un poema de mi escritor favorito, Rudyard Kipling. Me llevaría mucho tiempo y esfuerzo hablar con propiedad de esta gran escritor. Borges ya lo hizo con maestría en muchas ocasiones.

    Espero, lector curioso que asomas la patita, que te guste lo que lees.

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