sábado, 18 de diciembre de 2010

El enigma del acero


Estoy leyendo un libro muy interesante. Es "He who walked alone" de Novalyne Price, que cuenta las relaciones entre esta maestra de Texas y Robert E. Howard, que estaba pasando por la última etapa de su vida atormentada. Eso que a falta de mejor entendimiento llamamos azar intervino en ello. El libro llevaba por ahí dos años, y me está resultando una lectura amenísima. Tengo hasta miedo de acabarlo demasiado pronto.
Hay un párrafo que puede resumir todo lo demás. En un momento dado, Novalyne le habla a Howard de análisis psicológico, y Howard, un narrador de la mejor escuela y poco dado al academicismo, dice literalmente "A la mierda con Henry James". En una de esas ironías trágicas que abunda la vida, nos damos cuenta de que el diario de Price, de haber sido de ficción, hubiera sido una de las mejores obras de Henry James.
Nos encontramos con una protagonista independiente, con ansias de escritora, que se acerca a Howard para aprender a escribir, se enamora un poco de él, pero acaba huyendo ante sus rarezas. Es realmente asombroso ver la vida de Howard a través de los ojos de una profesora de escuela: Novalyne es muy perceptiva para algunas cosas concretas, pero aunque tiene delante de sus ojos las piezas para resolver el enigma, no puede verlas.
En el libro, Howard muestra sus defectos emocionales, pero también su dominio del oficio de escritor, a través de sus conversaciones, recogidas vívidamente por Price. Sin embargo, la frustrada novia, aficionada a representar teatro, se equivoca de obra. Cree formar parte de un melodrama sentimental y no ve que forma parte indirecta de una tragedia sorda, muy sureña, digna del mejor Faulkner, si la narradora no fuera ella.
Así, cuando Howard está melancólico, o cuando su madre se asusta ante la posibilidad de perderle, Novalyne se irrita porque en algunas ocasiones lo considera un marido potencial. Luego, cuando ya sabe que no es "el que buscaba", se aprovecha un tanto de él. No puedo condenar a Price, porque es una narradora excelente y sensible, y por otra parte, uno capta que al lado del inestable Howard ninguna mujer podía alcanzar la felicidad.
He citado a dos autores americanos prominentes. A estas alturas, creo que Howard fue un autor americano prominente, del mismo modo que Poe o Lovecraft. Pero también albergo una creencia más compleja, y es que las fronteras entre la realidad y la ficción son muy estrechas y veladas. "He who walked alone" es una magistral obra de ficción y una muestra de vida al mismo tiempo, y con ello Novalyne Price paga a Howard, y a sus lectores, la deuda contraída.

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