viernes, 19 de marzo de 2010

Una vida doble


La historia de Christopher Langan, que puede consultarse aquí, me ha sorprendido y es motivo de alguna reflexión. Si uno lee la noticia por encima, se llevará una impresión aparentemente clara: la de un genio de la naturaleza al que la vida ha condenado al fracaso. Desde luego, tiene bemoles que un hombre con un coeficiente intelectual de 200 se haya pasado 20 años trabajando de portero de noche en una discoteca. Bien puede ser, sin embargo, que todo lo que he dicho hasta ahora sea un cúmulo de errores.
Sabemos que Langan nació en una familia problemática, y sin embargo, decidió desde bien joven hacer pesas para, al final, hacer desaparecer a un padrastro maltratador. A los 14 años lo echó de su vida para siempre, por la fuerza. Empezó la Universidad, pero por lógica la abandonó, como describe él mismo gráficamente: "Podía enseñar a los profesores más de lo que ellos podían enseñarme a mí". Dejando pues la rueda académica, se enroló en todo tipo de trabajos, a cual más pintoresco.
Luego refiere la noticia que trabajó como portero de un local en Long Island, debido a su imponente masa muscular. Pero, como la inteligencia no es algo que se pueda esconder debajo de la alfombra, porque siempre sale de ella, canalizó su enorme potencial en la pizarra de su casa, al salir del trabajo, elaborando las ecuaciones de su modelo cognitivo-teórico del Universo. Desde luego, para alguien no versado en física, es imposible saber cuánto de acertado o erróneo hay en ello. Langan propone que la mente y el universo no son cosas desligadas.
La idea es atractiva de modo intuitivo. Probablemente su modelo no resista un enfoque serio desde la comunidad científica. Aunque cabe recordar que la ciencia oficial tardó mucho tiempo en reconocer que Alfred Wegener y Gregor Mendel, por citar dos, tenían razón. De todos modos, hay que ser preciso en deslindar la ciencia de la intuición, por deslumbrante que ésta sea. Conviene no olvidar, por si acaso, que este tipo es más inteligente que cualquiera que esté escribiendo o leyendo estas palabras.
Lo que llama mi atención es que Langan está casado con una brillante neuropsicóloga y es dueño de un rancho de caballos. Mi pregunta es dónde está el fracaso de un hombre que supo enfrentarse a todos los obstáculos que la vida suele poner a los que son como él, con paciencia y tesón. Tenemos que revisar a fondo los conceptos que tenemos del triunfo y el fracaso si queremos entender un poco este complejo universo. En conclusión, este hombre ha triunfado de sí mismo, y no hay victoria mayor que esa.

2 comentarios:

  1. absolutamente de acuerdo, es admirable que alguien con esa capacidad la haya podido/querido desarrollar fuera de los cánones que establece la sociedad moderna, huyendo del habitual triunfalismo que impera, del "quítate tú que me pongo yo" reinante.
    Me quito el sombrero

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  2. Lo increíble, aparte de lo que dices, es que la haya podido desarrollar con el entorno en contra. Un jaque mate a las teorías de los psicólogos, colectivo que no me inspira precisamente mucho respeto.

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