jueves, 18 de febrero de 2010

Resiste y gana


Llevan intentándolo dos décadas, y no se dan por vencidos. Ahora que Apple ha sacado sus nuevos gadgets, la vieja guerra vuelve a iniciarse. Me refiero, claro está, a los lectores de libros digitales, con el Kindle de Amazon a la cabeza, seguido por el nuevo Ipad y alguna otra cosa de Sony. Hace unos días vi a una chica en el metro con un Kindle: ignoro si estaba estudiando o en su pantallita había algo de ficción. Pero me entraron escalofríos.
En nuestro mundo feliz, nos han metido muchos goles. No hacían falta aparatos de mp4 donde, después de todo, apenas caben las sinfonías de Mahler. No necesitábamos videojuegos en nuestros móviles, o aparatos que nos digan dónde tenemos que aparcar. Podíamos vivir sin la TDT y sin el cable. Con el Blu-Ray, consiguieron que nos compráramos la misma película tres veces. Las grandes corporaciones nos han dicho lo que tenemos que hacer y nos han robado el alma, porque así lo quisimos.
Pero, como ya apunté en otra ocasión, las tecnologías conviven en curiosa armonía, y la gente no está desprovista de sentido común. Aunque las ventas del Kindle y del Ipad sean tremendas, sus dichosos creadores no tienen en cuenta lo fatigoso que es para la vista leer en una pantalla. Los lectores de toda la vida aprecian cosas tan sencillas e intangibles como el tacto de las páginas, o el diseño de las cubiertas. Un libro no depende de la orientación de la luz o de la batería. Un simple volumen de bolsillo, que cuesta menos que una pizza, no se estropea nunca.
Pero, con todo, estos argumentos son quizás subjetivos. Es obvio que la ofensiva tecnológica será larga y acabará ofreciendo productos que ahora no puedo siquiera concebir. De manera que es preciso aportar un argumento más convincente. Los libros son la memoria viva de la humanidad. La Biblioteca de Alejandría, por desgracia, fue quemada. Pero en muchas bibliotecas importantes, se conservan los originales únicos de manuscritos medievales. No puedo imaginar que dentro de mil años sigan conservándose unos cacharritos que ya nacieron con fecha de caducidad.

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