jueves, 26 de marzo de 2009

Cambio mediático


El miedo, como es sabido, es el motor de las acciones humanas. De este modo, si orientamos a la opinión pública hacia un miedo determinado, orientaremos sus acciones. Es curioso, sin embargo, cómo los terrores cambian de vestido según la época. Cuando se acabó la Guerra Fría, los avistamientos de OVNIS cayeron abismalmente. Ahora, metidos en una crisis económica extraña e inédita, otro apocalipsis muy en boga hasta hace poco, el del cambio climático, empieza a apagarse poco a poco.
Razones no faltan, o más bien razones sí faltan para que, sin el sostén de los medios (los prostíbulos de la literatura), el tinglado que ha hecho billonario a un fracasado político como Al Gore (y que le ha valido un ridículo Nobel de la Paz) empiece a desmontarse. Para empezar, las estaciones de medición de temperaturas llevan un siglo escaso funcionando, y están la mayoría de ellas situadas en zonas con interferencias (urbanas en general). No hay una buena comparación estadística con épocas pasadas. Recordemos que en la Historia de la Tierra ha habido muchas glaciaciones importantes.
Supongamos que efectivamente el cambio climático (es decir, el aumento de la temperatura media mundial) es cierto. Aunque a nivel científico y no divulgativo es un debate, no un hecho, esto hay que tenerlo claro. Pero harina de otro costal es saber si el hombre, esa criatura tan maligna que tanto odian los ecologistas furibundos, es la causa de ello. Los japoneses opinan que no, para dolor de cabeza del IPCC (Panel Intergubernamental para el Cambio Climático). Y hay muchos otros estudios que contradicen la teoría implantada en nuestras tiernas mentes por la tele-le-visión, como puede verse en los apéndices a la magnífica novela de Michael Crichton "Estado de Miedo".
Lo peor no es eso. En un estupendo capítulo de Cosmos, Carl Sagan desmontaba con eficacia la teoría de los planetoides de Velikovski. Pero luego cargaba con más saña contra los científicos que habían tratado de silenciar esa teoría para no debatirla. "Ocultar ideas contrarias a nuestras opiniones puede ser útil en la política o la religión. Pero es inaceptable en la ciencia". Efectivamente, es inaceptable que los abanderados del día de mañana, que no podrían predecir el clima de aquí a una semana, intenten silenciar los estudios que no dan la razón a sus interesadas y apocalípticas predicciones. Eso no es ciencia seria, y a efectos de opinión pública, no debiera ser tomada como tal.

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