domingo, 11 de abril de 2010

La cuarta fase


Desde que la vistosa tontería de Avatar ha roto todos los récords de taquilla, hemos entrado en una furia de titanes para ver quién emite más películas en tres dimensiones en este país de las maravillas donde todos somos Alicia. Una película que cambie el rumbo técnico del cine no tiene por qué ser memorable: El Cantor de Jazz es insoportable, y La Túnica Sagrada es una de las películas más aburridas que te pueden colar en una larga Semana Santa.
El poeta Píndaro proclamó sensatamente que a nadie le estaba dado ver el porvenir, y desde luego no puedo decir si el retorno de las tres dimensiones al cine (en los 50 tuvo un breve apogeo) está aquí para quedarse. La tecnología está muy perfeccionada, y tras lo visto en ciertas trilogías, parece una progresión lógica en la evolución del cine, olvidándonos, claro está, del factor artístico. Eliminemos un factor que a nadie le importa en esta ecuación.
Si hablamos desde el punto de vista económico, es una jugada maestra. Tenemos colas de gente dispuesta con ansia voraz a pagar un 70% más de importe por entrada, y un astronómico 2400% de precio sobre coste por unas palomitas aceitosas y una bebida aguada. Pero hay más negocio en juego: las industrias ya están listas para sacar televisores en tres dimensiones. Agotado ya casi el parque de LCD y Plasma, los mercaderes han vuelto a encontrar una nueva gallina de los huevos de oro.
No me molesta ver una película en tres dimensiones. Pero cabe decir que la ilusión de la profundidad es tan antigua como la invención de la perspectiva. Los franceses que asistieron a aquella célebre llegada del tren se asombraron mil veces más que nosotros con estos trucos de feria. Cuando un espectador está en un cine, se olvida de que está viendo una proyección sobre una pantalla, y se cree que el asesino está detrás de la víctima.
Es la calidad, y no la técnica, lo que le da al cine su sentido. Si una película te dice algo, te lo dirá en una televisión de tubo con una copia llena de ruido y mal doblada. Cuando vamos a ver ilusiones, no es necesario añadir instrumentos que, en lugar de reforzar la ilusión, la extrañan. Porque no hay nada más inquietante, en una proyección de este tipo, que girarte para ver las filas de gente con gafas iguales que la tuya, perfectamente uniformes.

4 comentarios:

  1. Sólo quería decirle que le acabo de conocer por el foro de Perdidos en Todoseries y que le felicito por su blog, muy chulo todo.

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  2. Gracias, álex. Creo que podemos tutearnos.

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  3. Tienes mucha razón, he ido a ver Avatar y furia de titanes en 3d y ha sido bastante bochornoso, sobre todo la 2º, que ha sido rodada en 2d y posteriormente adaptada.
    A los 20 minutos te olvidas del formato, de la fotografía, y de cualquier parafernalia técnica que quiera añadir valor artistico a la historia.
    Cuando liberan al kraken, ese monstruo gigantesco en 3d que ocupa toda la pantalla, me encontraba en la butaca impasible viendo imágenes en movimiento mientras se me abría la boca.

    Hay que pagar más a los guionistas. O contratar más guionistas por película. O escribir mejor los guiones. O no sé lo qué, pero algo hay que hacer.

    Un saludo y felicidades por el blog!

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  4. David, ahí le has dado. Al menos Avatar fue concebida en 3D, pero Furia de Titanes nos la metieron doblada (esos escorpiones...), y por cierto, mejor la antigua, pero mil veces.

    Y por cierto, el famoso affaire Spiderman - Sam Raimi fue porque Raimi no quería pasar por el aro de las 3D. Y la saga se podía remontar perfectamente.

    Buen apunte: ¿dónde hay BUENAS historias, que es lo que importa? Lo de los guionistas es que es verdad. ¿Para qué un buen desarrollo, si tenemos escorpiones y na´vis por un tubo?

    Gracias por tu aporte!

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