viernes, 9 de octubre de 2009
El niño robot
Ahora que se aproxima el fin de una década olvidable, me planteé hacer una lista de mis películas favoritas del periodo, pero me detuvieron dos motivos. El primero, algo abstracto, es que toda lista en el fondo es una estupidez, ya que por muy aficionado que uno sea, no pasa de ahí. El segundo fue el recuerdo de la respuesta de Asimov a cuál era el mejor científico de la Historia, a lo que dijo que si le preguntaran por el segundo, habría muchos aspirantes, pero que no dudaba del primero. Así que en vez de enumerar una ristra de films con los que casi nadie estaría de acuerdo, prefiero explicar por qué una película en particular, Inteligencia Artificial, me parece el mejor logro del séptimo arte en lo que llevamos de siglo, estén de acuerdo o no.
Aunque explicar no es lo que se aplica aquí, yo más bien invitaría a sentir lo que nos propone esta historia, una criatura de Kubrick y Spielberg que recoge lo mejor de ambos mundos. Como podrían escribirse libros enteros, sólo voy a centrarme en dos ideas esenciales en las que quizás antes no había reparado (he escrito sobre esta película unas cuatro veces en sitios distintos, y no quiero repetirme ni ante mí mismo). Para empezar, la historia de David es claramente la historia de cada uno de nosotros, que buscamos sin cesar amor y trascendencia en un mundo que rara vez ofrece alguna de las dos cosas, y casi nunca las dos juntas. En ese sentido, la película es desoladora y cruel hasta las heces.
Para entender esto, y de manera breve, hay que atender a la estructura del relato, organizada con perfección en un prólogo donde se plantea el dilema clave, tres actos que son el paraíso perdido, un paseo por el infierno, y el desengaño de la búsqueda, y un epílogo de falsa consolación que sin embargo ofrece casi todas las claves para entender el guión, de una complicación fascinante. No en vano Jonathan Rosenbaum, el crítico de cine más serio que he leído, la considera una de las cien mejores películas de la historia del cine. Y este crítico, puedo asegurarlo, no es un bloguero aficionado como un humilde servidor u otros con más ínfulas que sesera.
La otra clave para entender A.I. es que todos los personajes de la película usan a David para sus propios fines. Henry lo regala a Monica para salvar un matrimonio donde asoman ya las nubes de la rutina. Monica lo programa para compensar emocionalmente la aparente pérdida de su hijo natural. Martin lo usa como un juguete más. Gigolo Joe lo usa para escapar de su destrucción y sus perseguidores. El Dr. Hobby lo fabricó en serie para sublimar el dolor de la pérdida de su hijo. Y los mechas del epílogo lo usan también, en este caso para aprender lo que fue la humanidad desaparecida. Nadie tiene en cuenta los deseos del pequeño niño robot, que son sencillos: amor y trascendencia, como dije al principio. Pero él es más tozudo y fuerte que todos los demás, y finalmente, con su sacrificio, obtiene ambas cosas.
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Yo no diría que es la mejor película de lo que va de siglo pero sí que me parece que está muy pero que muy infravalorada.
ResponderEliminarLa primera parte, hasta el abandono en el bosque, es simplemente perfecta. La búsqueda del hada azul es conmovedora (la he visto varias veces y siempre funciona). Y hasta el final, que tan poco suele gustar, me parece magnífico, incluido el truquito melodramático de la "ayuda" del osito.
Tengo una fijación personal con la película, pero creo que mis impresiones son sinceras. Estamos de acuerdo en que está infravalorada, Gon. Pero es que cuando se estrenó fue algo increíble. Una periodista en TV3 diciendo que era la peor película que había visto en su vida, la gente en el cine a carcajadas con lo que de la ayuda al osito que mencionas. Creo que nos hemos vuelto muy cínicos, y A.I. apela al corazón, como el Principito. No obstante, está realizada con mucho cerebro. Mi parte favorita (si tuviera que elegir una), es la Feria de la Carne. Es escalofriante y magistral. Saludos.
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